Actualmente, los consumidores tienen cada vez más opciones, tanto físicas como digitales, por lo que la experiencia del cliente se ha vuelto un verdadero diferenciador a considerar. Los precios pueden igualarse, las promociones copiarse, pero el servicio que brindas en cada punto de venta debe ser único.
Un estudio de PwC reveló que el 73% de los consumidores considera que una buena experiencia es clave para sus decisiones de compra, sin embargo, el 49% siente que la mayoría de las empresas no ofrece una experiencia suficientemente buena.
El punto de venta tiene una ventaja crucial: el contacto humano en tiempo real. Pero también un riesgo: una sola mala atención puede alejar al cliente para siempre.
Por eso, mejorar el servicio en tienda no es un esfuerzo aislado, sino una estrategia integral que empieza con una pregunta clave: ¿cómo te perciben realmente tus clientes?
Muchas empresas creen que el servicio al cliente es correcto solo porque no han recibido quejas o porque los trabajadores realizan su mejor esfuerzo. La realidad es que lo más importante es saber cómo se siente el cliente después de interactuar con el servicio.
Y eso solo se puede saber de una manera: preguntándole al cliente, de forma estructurada, regular y sin sesgos. Aquí es donde muchas marcas fallan: hacen encuestas esporádicas, sin diseño profesional, levantadas por su propio personal. El resultado: datos poco confiables, que no reflejan la realidad ni generan acciones concretas.
Para mejorar la experiencia del cliente , necesitas comprender qué es lo que sucede a través de mediciones y análisis correctos.
Dentro del análisis de la Experiencia del Cliente (CX), existen indicadores que permiten conocer exáctamente qué está pasando en el buyer´s journey del cliente.
Los indicadores más efectivos para tiendas físicas son:
Ahora bien, tan importante como el dato numérico es saber por qué los clientes califican así. Las preguntas bien formuladas son clave para descubrir los verdaderos detonadores de una buena o mala experiencia: atención lenta, desinformación, falta de empatía, problemas con el producto, etc.
No sirve de nada medir si no vas a actuar. Lo correcto es convertir la información obtenida en acciones específicas, con responsables claros y tiempos definidos.
Por ejemplo:
El secreto está en cruzar datos por tienda, por horario, por tipo de cliente y por motivo de visita. Solo así puedes entender el contexto y aplicar soluciones a la medida.
Una de las principales resistencias al implementar estrategias de CX en tienda es el propio equipo de piso. A menudo sienten que “es una carga más” o que los están evaluando con lupa. La clave es hacerlos parte de la mejora, no del problema.
¿Cómo? Aquí algunas buenas prácticas:
Cuando el personal ve que su trabajo impacta directamente en la experiencia del cliente —y que esa experiencia es medida y valorada—, la motivación sube.
Otro error común es medir solo una vez al año, o tras una crisis. La experiencia del cliente es dinámica. Las condiciones cambian, el personal rota, el comportamiento del consumidor evoluciona. Por eso, lo ideal es tener un modelo de evaluación mensual o trimestral, al menos en las tiendas clave.
Además, si cuentas con dashboards actualizados, puedes detectar caídas en indicadores antes de que se conviertan en crisis. Esto te permite actuar rápido y mantener el estándar en todo momento.
Mejorar el servicio en tienda es una inversión, no un gasto
El servicio al cliente en punto de venta no se resuelve con un “manual de atención” ni con frases memorizadas. Se construye con datos, escucha activa, procesos claros y equipos comprometidos.
Cuando lo haces bien, no solo mejoras la experiencia del cliente: mejoras tus ventas, tu reputación y la cultura interna de tu empresa.